A esas personas que valoran a los conocidos con sentimientos profundos del corazón... ¿Conocidos o amigos? Conocidos peligrosos. Los conocidos no dejan huella en el camino ni penetran corazones desvalidos. Los conocidos deshacen, nunca hacen. Y los que tienen la sartén por el mango que den de comer al hambriento sin valorar quién, a base de su sacrosanta opinión, tiene más hambre. Nadie conoce la cara oculta de la luna. La ley del embudo discrimina y aleja el amor que debiera prevalecer en cualquier adversidad o sombría incertidumbre. Llegan lejos los actos genuinos que dejan certezas y bienestar interior en los demás. Las mejores acciones con el lenguaje de las caricias y la alegría desbordada. Y el amor sin complejos. Amor humano, celestial o infernal. ¿Pero a quién importa las religiones de un solo Dios verdadero? Importa el amor humano que se deja querer y quiere hoy, no mañana. Habrá tiempo de celebrar el amor de otra vida si en realidad existe. (Hagamos a favor hasta resultar fastidiosos y dejémonos de cantar los tangos más tristes de Gardel que llevan al peor rencor). Gracias.
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