Llevo varios días intoxicado de intereses con desamores a cuestas, enfermo sin llegar a morirme. Pero de tanto querer para nada, acabaré de nuevo en busca de caricias de emergencia en un banco del parque. La noche me desvela y las caricias de emergencia retornan al amor vencido. Y de vuelta a la soledad mal llevada en compañía. No tocará fondo la desmemoria, ni yo volveré a intentar pasar de la entrada. (No insistas, déjalo, no será fácil, será lo que tú quieras que sea, pero no lograrás hacer de mí un tipo vulgar). Pasar de la entrada para llegar a la inquina de la portera vale para ti, usas sus palabras, no para mí. (Ponte en valor porque tú eres anhelo para quien cree en ti y sabes que son muchos. Si no por ti por ellos). Puedo partir de cero, o desde la necesidad del ser y reconocer si un corazón late dentro de otro corazón, pero no pasaré ni permitiré que nadie vuelva al cubículo de los desprecios bajo una escala y la inquina de la portera. Duele el alma. Búscale un sitio digno o ya sabes qué hacer... (Gocé de la vida y evité a las personas. No tuve suerte con las personas. Ni algo en común). Gracias.
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