sábado, 26 de diciembre de 2020

Hoy escribo al dolor.

La nochebuena no fue buena, y no solo por la ausencia de Kristel, Alfredo y Diego. No fue buena porque un dolor mayor se sentó a la mesa. Un amigo de Adrián y Patricia, amigo de infancia de Adrián, al llegar a casa de trabajar su esposa lo halló... Tenía 36 años, una esposa, dos hijos y una vida por vivir. De omnisciencia hablamos mañana en misa. Hoy escribo al dolor.

Hay quien nace y crece en el seno de una ejemplar familia con valores humanos y se enseña a vivir y aprende a convivir. Y todo bien hasta el día que se miró al espejo y se vio a sí misma con atributos para ganar y comenzó a vivir por encima de sus posibilidades. Su cara es un poema. Vive, y no es poco, pero esa manera de vivir no es vivir, es otra cosa. Esa manera tan de alguna que no está sobrevive malamente. Es una persona indeliberada que no sabe que irse no arregla las cosas, lo dije ayer y lo repito hoy. Que se quede y no vuelva porque a esa persona le importa un carajo si lo que está por llegar, llega con el corazón en la mano o no llega. ¿Comprenden? Esa persona hace sonar las alarmas y se le exhorta a que cumpla con los valores humanos que le grabaron a fuego sus padres, y no otros que solo favorecen intereses de los nuestros. Gracias.

No hay comentarios:

Publicar un comentario