Acepto con tristeza que de mi generación a la actual se ha dado una atroz alteración de valores. En mi generación, que aún se resiste aceptar que ya cumplió su papel transaccional, ser adolescente implicaba garabatear lemas anarquistas y pintarle cuernos al irrepetible en las paredes de los retretes. Eran tiempos de miedo y hambre, pobreza en el alma; tiempos de exigir a la noche sueños de libertad, al tiempo que culpar al totalitarismo insaciable los males del proletariado. Aquellos tiempos no son de buen recuerdo y no pienso pasar una noche más de luna a medias cantando tangos tristones. Diciembre no será un mes de albedrío y tendrá sillas llenas de esperanza y vacías de "cuñaos" que nunca merecieron ocuparlas. Diciembre será un mes de sillas vacías. (Y en el renglón que me falta por escribir asomas al día: Mujer que aún no rebasaste el límite de la ingenuidad, ¿a quién has ofrecido mi silla? Olvidar es suficiente para que no vuelva a ocurrir lo que ocurrió. Mujer, tú crees que me has vencido y yo solo quería deberte un favor para tener una excusa y regalarte un poema y una rosa roja). Gracias.
P.D. No te exijo la verdad, ni que aprendas a estar sola, te pido que razones lo de arriba como si lo hubieras vivido. Imagina.
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