¿Qué te impide abrir el corazón y regresar al brillo de tus ojos? Ayer una noticia en prensa me hizo recordar la sensación de miedo que me dejaste al irte. Creí que iba a morir: fue la misma sensación. Lo nuestro, lo mío, está por encima de acciones sobrevenidas. La vida obliga a tomar decisiones que son sentimientos contrariados. Duda de mí, de mi manera de obrar, del agravio comparativo si crees que fue, pero nunca de mi amor. Tengo una familia inscrita en el libro de familia y otra putativa gravada a fuego en el corazón. ¿Acaso crees que las circunstancias me obligaron a decidirme por una de las dos? No, claro que no. Dos hijas siempre serán dos hijas aparezcan inscritas en el libro de familia o en un poemario. Te echo de menos y te echaré hasta que decidas regresar al brillo de tus ojos. Ayer supe de ti y mi corazón volvió a latir conmocionado. Y porque la vida es aquí y ahora, por nadie ni nada, ni de lejos evitaré en mi corazón una pasión y un remolino de emociones. Y si hablo de ti, aunque me condenes al silencio sin pruebas de culpabilidad, jamás dejaré de quererte. Pero eso ya lo sabías. Gracias.
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