Si las cosas no salen como quiero mi mente absurda se ataranta y no hay salida y no sé qué hacer. Cuida tú mi reputación.
Tu corazón y mi palabra se han separado y ahora sé que la vida no es un sueño. Antes de irte sabías qué ocurriría y ocurrió: ya no sé leer ni escribir. Mi musa, tú mi poesía. Sabías que soy nada sin tu inspiración... Ni tan siquiera sé qué puedo hacer con tu ausencia. ¿Quieres que me vaya sin haberme ido o que eche al monte la utopía de amor inmarcesible? De mi mente absurda no espero que resuelva el enigma de lo desconocido. Pliego velas. Puedo demostrar que estás equivocada pero no pienso regalarte esa verdad. Maestra de la demagogia: la posverdad ha sepultado tu poesía. Si pudiera recomenzar iría a la noche oscura donde residen los escritores de escarnios y bajezas y alamparían por escribir mi biografía: les hablaría de ti, y que has hecho de mí un deshecho. Y puesto que el maligno se adueñó de mi alma y entre la gravedad del caso se diluyó la fe, la lealtad y la confianza, en adelante aspiraré a vivir lo imposible, que ineludiblemente será que amanezca un día... Seré un niño adulto y nunca eterno. Echaré al monte la utopía de amor inmarcesible. (No mereces el perdón de tu Dios). Gracias.
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