lunes, 31 de agosto de 2020

¡Porque yo te quiero!.

El sábado de cena con las amistades de mi esposa y los cónyuges. Estoy de las cenas de los sábados que me vomito. "Qué bien cené". "Qué bien me siento". "Qué bien me veo". En ese plan de no tener nada interesante que contar hasta llegar a los chismes. Hay que joderse. La cena fue cara y mala. Y si se sintieron bien fue porque no se fijaron en mi cara. De gustarse y amarse y de chismes como son nacidos y criados en el pueblo de Patricia, sin comentarios. A quién importa la vida de nadie si es nadie. Sería alguien y podría importar si se dejara ver por un corazón. ¡Uy, caí en mi trampa!. Si un corazón no te ve, si no te siente. Hazte querer por tu bondad, por tus hechos, por hacer el bien que penetra en el tiempo y trasciende. Cuando la sabiduría explica la ignorancia huye. Sé que a la vejez no la acompaña la sabiduría, sin embargo: "No te rindas, por favor no cedas, aunque el frío queme, aunque el miedo muerda, aunque el sol se esconda, y se calle el viento, aún hay fuego en tu alma, aún hay vida en tus sueños. Porque la vida es tuya y tuyo también el deseo, porque cada día es un comienzo nuevo, porque esta es la hora y el mejor momento, porque no estás sola, ¡porque yo te quiero!". (Mario Benedetti). Amén. Gracias.

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