sábado, 29 de agosto de 2020

Imagino.

Hacer con el quehacer diario un hábito saludable no debiera ser difícil. Imagino que será cuestión de doblegar el pesimismo, incluyo la rigidez mental vestida de ignorancia. Tal vez un libro bueno ayude a crear pensamientos de futuro alcanzables sin olvidar los sueños. Imagino que antes de nada habrá que saber qué se quiere hacer con la vida. Imagino cosas que un libro bueno no contempla porque no hablo de la Biblia sino de una revista de pasarela y va a ser imposible hacer con el quehacer diario un hábito saludable. Dejemos entonces que el dolor carcoma la posibilidad de ser feliz y sentir y avanzar y ser capaz de alcanzar los sueños y cumplir con la palabra comprometida. La palabra comprometida es comprometedora. El arma con el que los poetas explican sentimientos del corazón... Cambiar un hábito no es difícil, lo difícil es renunciar a la ignorancia y abrir la mente a la sabiduría y aprender. Aprender de la vida a sufrir por la vida y no por la muerte. (No soy un adivinador por agüeros y no imagino qué ocurrirá cuando se abran las escuelas cerradas a cal y canto en tiempos de pandemia). Gracias.

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