miércoles, 12 de agosto de 2020

Cecilia y un robot.

"Cecilia llevaba trabajando 13 años como oficial contable en un hotel en Las Palmas de Gran Canaria hasta que su empresa decidió despedirla. El motivo fue la compra de un sistema informático capaz de realizar sus mismas funciones y las de todo el equipo sin parar ni siquiera a descansar". (Con el perdón. Es un "copia y pega" de Irene Cortés para el periódico El País).

Sin inspiración pero con ganas de saber (ojalá y nunca me falten las ganas de saber, aunque solo sea una mirada curiosa a un periódico): Cecilia y un robot. Ejemplar la sentencia, porque aún sigue vigente el Estatuto de los Trabajadores de Rajoy. Ya los tribunales de justicia se inclinan a favor del indefenso trabajador y declaran nulos los despidos que se producen por la incorporación de robots al mundo laboral. La sentencia es una gracia cargada de esperanza. El juzgado de Las Palmas que evaluó el despido lo anuló al considerar que el motivo que dio la empresa, mejora de la productividad, "no es suficiente para justificar el despido, y se estaría reduciendo el derecho al trabajo para aumentar la libertad de empresa". A un robot le echas una gota de aceite, le aprietas la tuerca y nuevo. No enferma y lo sabe todo, o sea, ni personal sanitario ni docente. No paga impuestos y su precio es deducible en el capítulo de amortizaciones. (Vote al PP y ponga un robot en su empresa). Gracias.

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