viernes, 1 de mayo de 2020

Es mayo y queda menos.

Tengo escrito por ahí que no soy lo que aparento y es verdad. En realidad todo lo que escribo es verdad si quien me conoce me lee. Echo cuentas y de cuatro que me leían una sigue leyéndome, se hace llamar Flor de María. Es un nombre hermoso como su corazón. O no tanto. Porque toda ella es más hermosa que su nombre. Otra, si me lee sabe que aún no he perdido la esperanza de morir sin tener algo con ella. Y de dos que faltan una cree en Dios y si para ella es vida, para mí también lo es, me lea o no. Y la que queda por nombrar sé lo que dicen por ahí: que vive con el eco de su voz. Antes me leía y escribía (aún conservo sus cartas más bellas y de sus ojos decidores la mirada triste). Si saben de mí deseo que les vaya bonito y la salud que no falte. En tiempos de pandemia qué menos, y confinado con mascarilla y guantes qué más. En casa mi esposa me obliga a llevar mascarilla y guantes. Dice que las estadísticas para viejos son letales. Pero yo sé la verdad: mi esposa no quiere ni verme y "el ministro de los coronavirus" le obliga a compartir los días conmigo y oigo pasos y aquí lo dejo. Gracias.

No hay comentarios:

Publicar un comentario