Llevo unos días con mis asuntos inaplazables... (Ojalá me silencies la voz). Mis amables lectoras sabrán disculparme. Pero ya estoy aquí y les cuento: El pasado sábado en el pueblo de Patricia la vecindad salió a calle y nunca fue tan feliz. Unos y otras se contaron historias que no ocurrieron. En casa no ocurre nada digno de mención. Salió a la calle como los toros por la puerta de toriles. Y en este punto pregunto: ¿Si la vida de antes no vale, cómo será la de ahora? Cante el gallo o no cante amanecerá y vendrá la nueva normalidad y la tendremos que aplicar empezando por olvidar los besos y los abrazos. Luego trabajaremos más y seremos empáticos y solidarios y no llamaremos pan al vino. Y si ha de volver el amor será cuestión de tiempo. De momento cada día será de homenaje a los muertos. Nadie recuerda tantos muertos ni estuvimos tan cerca de la muerte. Hablaremos pues de la muerte desde la vida sin olvidar la cara de la vieja normalidad hasta que la ciencia descubra la vacuna y sepamos lo que nos falta por saber de la nueva normalidad. (Y compruebe si me has silenciado la voz). Gracias.
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