Llevaba unos días de aquella manera pero no le di importancia. (Ayer dije que ni la muerte enseña a los vivos y es verdad). Y no le di importancia porque según me cuentan el Hospital de referencia en la comarca, al que de cuando en vez voy o me llevan, no da para tanto enfermo de uno y otra y yo no quiero ser uno más en el cementerio. ¡Soy el mejor y nada tengo que demostrar!. Y porque no tengo nada que demostrar, soy el mejor. ¡Soy el mejor!. Ser el mejor es algo que no sabría explicar pero el sábado a lo tonto me fui sin haberme ido y me llevaron de urgencias al hospital y míralo tú que a mí me entra la risa y palpa y la tensión y como siempre de cabeza al tubo de ni pestañees. Antes me mataba la impaciencia y ahora me mata el miedo. Y autoconvencerme de que el tiempo no se detiene... La percepción que tengo de la realidad guarda distancias con la propia realidad, vivo días equidistantes que escribo pero no comprendo, y no seré yo a menos que comprenda que si me jacto de ser el mejor soy de lo peor. Esta vida es un aprender constante y no valen egos ni cantar tangos tristones. Gracias.
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