martes, 10 de enero de 2017

A escondidas.

Vale un amigo empresario. Vale la reconciliación. Valen los políticos corruptos y Dios nos libre de los buenos amigos. Está así montado y no seré yo el que diga lo contrario, soy viejo y una batalla más acabaría conmigo: vale pues. Pero qué hay de la vocación a ser feliz de las personas. Me aterrorizan las violencias, las de género y las demás, incluidas las guerras preventivas, pero me niego a no ser feliz. Y que lo sean las personas que me quieren y quiero, aunque lo disimulen por el qué dirán. Va en serio, tengo una amiga que me quiere y quiero pero no quiere que se sepa que nos queremos. Dice que si nos ven juntos se arma la marimorena. Como el bolero de Jorge Sepúlveda: "A escondidas he de verte y he de hablarte a escondidas. A escondidas suspirarte y besarte a escondidas. A escondidas, en voz baja". Joder, dona, antes quererse era más fácil. Tú y yo nos queríamos y, que recuerde, nadie dijo de nosotros. Qué triste. Gracias... (de nada).

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