Ustedes ya se habrán dado cuenta de que no soy de mucho hacer amigos, pero créanme, los tuve. Debido a mi edad, unos han muerto, otros se fueron sin un porqué y una, "la que no debe ser nombrada"... tuve una amiga y a saber qué fue de ella. La imagino permitiendo que los contratiempos penetren en todos sus días. Nunca supo enfrentarse a las adversidades de la vida. Mientras duró "lo nuestro", sea lo que fuere "lo nuestro", no dejé ni un solo día de dibujarle una existencia feliz. Le dije que confiara en mí: nunca la defraudé. (Confiar en los demás, dejando correr en el tiempo, "tiempo al tiempo": con el tiempo aparece la amistad). ¡Confiar en mí, sin desatender a la familia!. Pudimos ser viejos amigos. Se alejó inmersa en profundas contradicciones y con un carro cargado de mentiras. Al irse, me confesó la mayor de sus mentiras: "te quiero". Sospecho, de no haber cambiado, que vive una profunda oscuridad incapaz de encontrar su camino. André Maurois, dijo: "Para que la luz brille tan intensamente la oscuridad debe estar presente". Y yo digo que la luz y la oscuridad van de la mano: es un binomio. Perdón, fuentes de toda confianza, me aseguran que vive. La vieron huyendo de sí misma... ¿Arrepentimiento? ¿Qué hizo o qué no hizo? Esa mujer no sabe lo que quiere. Apenas duerme dos horas y el resto lo pasa lucubrando. Aún vivimos año de elecciones y ya piensa renovar la lista de su partido y ganar las próximas elecciones. (Dice que erró con el alcalde). Gracias.
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