miércoles, 27 de diciembre de 2023

Ahora.

Ahora que entramos en los días finales de un año lento, lento, muy lento, de lenta recuperación de aquello que perdimos, de caricias, de abrazos, de cariños y de ninguna bien hallada, de soslayo ambiciona antes de finalizar el año, recuperar el amor que fue sin dar el brazo a torcer. Hablo del amor a la familia, naturalmente. Al fin, un güelu, solamente tiene la felicidad de la familia. Una Carmen bella que lo ama y le aporta fuerza y anima en los malos momentos, y que da más de sí que un cocido caliente en el comedor social del Padre Ángel, y eso sí que es mucho decir. Ahora, precisamente ahora que la generosidad pasa por ser un asturianu en Valencia. Tranquilamente, ahora y en medio de la politiquería barriobajera que todo lo pervierte y degrada, imponiendo el cinismo, el descrédito y la desmemoria con cada promesa electoral, comenzando por la cultura, el politiquero mayoritario se dio cuenta, precisamente ahora, que la cosa iba en serio y que ya no tiene vuelta atrás, por ahora. Y ahora, sería estupendo que en 2024, cada vecino se convirtiera por obra de un dios poeta en el vecino que le exige ser al otro. (¿Sigues ahí? Pon atención y tómame "al pie de la letra": Si tu corazón conoce lo que tu cabeza no acepta ni confiesa, entonces, debes darte prisa y cambiar tus caderas de acera y elegir, sin olvidar a la familia... Yo también sigo aquí). Gracias.

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