El pasado viernes tuve que atender un asunto de vital importancia en la farmacia y llevo tres días en lo más profundo de mi depresión por frenar lo peor de mí. Me explico: La manceba de la farmacia era una señora disfrazada de gilipollas. Conmigo iba Patricia y la pongo de testigo. Apenas salgo de Les Seniaes porque me cuesta relacionarme con la gente más que antes de que la dama del síndrome de la interacción nula me lo confirmara, pero creí que lo vivido este viernes era cosa superada: La manceba solo tenía que agujerearme el lóbulo de la oreja para poner un pendiente y me pidió autorización del alcalde en Valenciano. Pedí por favor que me hablara en Español. No sé Valenciano, soy asturianu, hablo Español y la María sabe que mi mente absurda no es capaz de penetrar la sabiduría y lo poco que sé me lo callo. Eso sí, podía hablar Bable, pero no me entendería. (Levante: "El Gobierno de Ximo Puig revisa la ley contra la discriminación del Valenciano que tumbó el Supremo para computar el examen al funcionariado de las Administraciones con 15 puntos el Valenciano y 5 un doctorado"). Gracias.
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