Mi "yo" impaciente me lleva sin clemencia a la autodestrucción. En este aspecto me conoces mejor que nadie, nadie, nadie, y no debiera ser noticia a destacar. Soy como soy, y no me lamento. Pero tú que eres alguien, también eres como eres y me sacas de quicio y me llevas a preguntar, pues hay quién sigue ejerciendo de matón de barrio: ¿Por qué de un tiempo a esta parte se envalentona la cobardía de quien abusa desde el poder a los más débiles? ¿Abusa por diversión, o por ignorancia? Este festival de ignominias celebradas con la complicidad del poder político pone en peligro un ensueño compartido. Mastico una obstinada negociación, pero no tengo ninguna posibilidad porque el nepotismo evita que se haga justicia: Estoy muerto.
Pese al ruido y la demagogia, ay, no sé yo... "Por eso de que antes el malo era yo", del Sabina, ahora debería ser el bueno y tener en cuenta la posibilidad de hacer lo apropiado. Y en vez de entrar de lleno a un ensueño compartido coqueteando con la palabra, dar el paso hacia el mundo de los ejemplos y de una vez por todas cruzar la acera y sentarme en un banco de la avenida y valorar conmigo -por decidir- los pros y los contras y asumir el riesgo del mal menor como principio ético. Gracias.
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