Prometer lo que de antemano se sabe que no se va a cumplir, es hábito arriesgado, demasiado común en ciertos políticos.
La ignorancia negligente está emparentada con la estupidez, la desgana, la apatía. Y disfrazar el orgullo y la desidia de afán es autoengaño. La solidaridad no emerge de las propias virtudes, sino de la empatía y el amor. Pero amar a gente especial, extraordinaria, encomiable, no nos hace mejores. (Ni peores, en realidad). El amor invita a gozar y habitar otros corazones.
Me sedujiste hace una vida, me conoces, y me pones a prueba. Dices que me quieres, te dejas querer y confirmas su saña. Te pregunto y no sabes no contestas. Por mi cuenta diseño estrategias y a cada paso que das las rompes en mil pedazos. Cada día que pasa es una oportunidad perdida: para quedarte donde estás no me necesitas. En ese plan lo que puede ser una primavera dichosa será un invierno frío. ¿Acaso no sabe lo que tú y yo (y él por simpatía) nos jugamos? No me pongas a prueba. (Algunas puertas se abren y se cierran y se vuelven a abrir. Otras se cierran y les cambian la cerradura). Gracias.
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