Los amores cobardes mueren muchas veces antes de exhalar el último suspiro porque son incapaces de confesar su amor.
La felicidad no depende de lo que piensas, sino de lo que sientes y lo confieses. Ser y hacer feliz. Que uno no tenga que ver con la nevera vacía y la incertidumbre de futuro de otro. Que uno dependa de otro y viceversa. Amor, porque nunca se sabe.
Confesemos el amor con los ojos chivatos y la cara sin sonrojo. No perdamos la esperanza. Y hagamos camino al andar con un libro entre las manos para la calma. Sin perder el norte hasta el fin de los tiempos. Se sabe que el azahar de Les Seniaes cae a tierra y se llega a confundir con otras flores y las hojas de otras plantas, pero antes regala su fragancia al caminante... "El remordimiento", un hermoso poema de Jorge Luis Borges, confiesa: "He cometido el peor de los pecados que un hombre puede cometer. No he sido feliz. Que los glaciares del olvido me arrastren y me pierdan, despiadados". Como el poema de Borges, yo también he cometido el peor de los pecados. No he sido feliz. (¡Los amores cobardes nacen muertos!). Gracias.
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