Es lamentable, además de miserable y vergonzoso, que el pastor del cuento: "¡Que viene el lobo!" no se haya asesorado de gente debidamente preparada en materia de cuentística moderna, porque debió saber que para algo sirven los sociólogos, los psicólogos, los politólogos, los encuestadores, los especialistas en relaciones de comunicación estratégica, los técnicos de cálculos, los escritores de ciencia ficción, los consejeros del sentido común (muy escasos de sentido común, por cierto) capaces de definir un sentimiento convincente, irrefutable y preciso para decir de una vez y por todas: "¡Llegó el lobo!". Ah, y los creadores literarios. Y colorín colorado este cuento se ha acabado y vivieron felices y comieron perdices. Siempre tuve la idea de que el pastor del cuento no era el protagonista principal, un farsante lo manipuló; indudablemente él no sabía que no se debe engañar a la gente. (Vivir felices y comer perdices). Porque está escrito que no se pelea en dos frentes a la vez. El axioma no miente. (Ni el correo electrónico que recibirás con una enigmática frase: "No quiero nada tangible de ti"). Gracias.
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