Ayer fue el Día Internacional de la Mujer y se me fue de soslayo la fecha. Igual no es de importancia. Los hombres estamos humanamente tan distantes de la mujer que ni siquiera compartimos los mismos intereses. De sueños ni hablo. Y de poesía tampoco. Tranquiliza saber que, cuanto menos, somos iguales a los ojos de Dios. Resulta difícil sostener la mirada inocente cuando el amor está lleno de ambigüedades. Como "el ministro de los coronavirus" cuando nos da libre albedrío y luego nos aconseja quedarnos en casa. Por cierto, ayer mi esposa me obligó a comprar el pan y pasar la mopa y fregar las escaleras. Cuesta entender sentimientos de género cuando no se comparten las mismas obligaciones. A la María gracias soy español y vivo en España, un país machista hasta más poder. Patricia está convencida que es asunto de educación. Y yo que si por ley no hay una discriminación positiva a favor de la mujer ni y en un siglo y pico. Quien hace mal a sabiendas no merece su amor. Solo en Les Seniaes a la mujer no le ahoga el miedo. (De tu belleza tranquila, ay, me quedo con tu mirada). Gracias.
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