domingo, 2 de diciembre de 2018

¿Tú la quieres?

Porque el silencio, como el olvido, no encuentra camino, a un amigo ido (sin nombre para no dar pistas, ni el mínimo interés para que vuelva) un domingo de ir a misa y cantar la verdad digo sí, vale que ella no se quiera, pero y tú... ¿Tú la quieres?

El amor de la persona amada está por encima de la propia felicidad. Viene la aclaración al caso porque al marido ido de una amiga ida... (joder, dona, si algo tuve parecido al amor con alguien ya no tengo, excluyo el amor de Flor de María que morirá con los dos) En los años altos importa lo que importa: la familia, y los niños primero. Lástima que el amor colindante se haya ido para mí con todos los besos. Amor que fue necesidad personal de carácter espiritual. La nota musical que sola compuso una sinfonía. Ése amor para mí hoy ha muerto. Mi amor por ella. ¿Pero y tú? Insisto: ¿Tu amor por ella también ha muerto? 

El amor, esa curiosidad para quien cultiva la vida sin perder ningún pequeño detalle. La santa poesía para quien siente cada sensación de forma extraordinaria. El despertar juntos al nuevo día entre sábanas blancas de algodón egipcio. El tropezar y por ella, con el corazón en un puño, levantarse y echar de nuevo a andar; porque el amor transciende a su propia dimensión y vive de manera única. El amor, arduo daño colateral, el amor, ¿comprendes? Olvida viejos rencores y obra en conciencia porque el amor es esa mujer soñada por ti. No la dejes caer en el desamparo (ni se embarque ni la embarquen), porque esa mujer alicaída es tu esposa y necesita sin ambages oír de tu boca que cambie sus caderas de acera... ¡¡¡Díselo!!!. Gracias.

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