Llegó el domingo y con él el día de ir a misa y cantar la verdad. La verdad. Mi verdad. Por eso de que hasta el rabo todo es toro, y como para mí el no es igual o parecido al sí, según el caso, y éste es uno de esos casos. Cierto, tuve la curiosidad de despejar una duda y sí, lo dije ayer, la respuesta fue no. Pues buen provecho le haga. Mucha suerte y la salud que no falte.
De cuando en vez -aclaro que es un pensar de viejo, quiero decir que quizá no tenga pie ni cabeza-, negar la realidad en la que nos desenvolvemos es peligroso si no consideramos que la Tierra gira alrededor del Sol. El problema no siempre es la salud, sino Dios. O sea, ignoramos más que sabemos, y para colmo, no lo vemos venir: ¡mátame camión!. Por no hablar del maligno que habita en la conciencia y enjuicia el bien y el mal. Pregunte, pregunte si no sabe, para saber hay que preguntar: ¿Qué le cuesta preguntar? La percepción del bien y el mal si viene disfraza... "Cuando la hipocresía comienza a ser de muy mala calidad, es hora de comenzar a decir la verdad". (Bertolt Brecht). Por lo visto soy un perdedor obstinado, y aunque no siempre pierdo ¿? -recuerden ustedes la fábula del burro y la flauta-, a veces pagaría lo que no tengo por perder. Gracias.
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