viernes, 21 de diciembre de 2018

Lágrimas de plañidera.

Digo que no fui al entierro de Eugenio. ("¿No me digas? A Eugenio lo recuerdo a menudo por su humanidad, su sabiduría y lo demás que aún no tiene nombre... A su entierro no fui. Y cuando me cruzo con Carmen, su esposa, me reconoce a pesar de los pesares. Y nos damos un beso y un abrazo y compartimos unas alegrías que solo ella entiende pero me reconfortan. Y enseguida me alejo porque si veo a Carmen veo a Eugenio y duele. De porqué un viernes de mercado traigo a de soslayo a Eugenio y Carmen tiene que ver con la hipocresía que tal parece le rebajaron el precio de venta al público y se las quitan de las manos a los mercaderes. Lágrimas de plañidera. De plañideras estoy que me vomito y sé que a nadie importa pero a mí me importa: mis restos irán de frente a la facultad de medicina. Así que el día que hoy escribo no tiene mensaje oculto, ni lo tienen las plañideras que doblegan voluntades para enmendar sus horrores. (Las sospechas son certezas: una mirada de soslayo lo confirma. El amor regala ternura, ni odio ni rencores. Y sí, para perdonar, el perdón, hay que merecerlo). Gracias.

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