jueves, 20 de diciembre de 2018

Chantaje emocional.

Jugando con Ian le pisé el pie. "Lo siento, mi vida". Lloró pero no mucho, lo que llora un niño cuando un güelu le pisa el pie y no sabe qué hacer para consolarlo. Entonces eché mano del consuelo sin medida a precio tasado y le prometí un huevo de chocolate y santo remedio. Él no lo sabe pero su voluntad cuesta apenas dos euros: fue un chantaje en toda regla. Un güelu introduce a su nietu en el "sistema" y luego no se sabe dónde está el límite... Y sin embargo, el chantaje sin duda emocional me lo hizo él. Ian con tres años ya es un experto chantajista y pienso qué no sabrán algunas personas mayores doctoradas por la universidad a distancia en chantaje emocional. Como uno se deje querer por un chantajista emocional... (Ya te digo).

A Ian le hice daño, pero el daño va por dentro y nunca se sabe. Cuando pisas a alguien, digo el pie, pero quién nos asegura que no es su dignidad ¿? -"Uy, perdona, no sabía que tenías la dignidad por los suelos". -"No te perdono, me has pisado el pie y has pisado mi dignidad y mi dignidad es tan sensible al chantaje (otra plañidera) como la pobreza de todos los días con la nevera vacía y el carrefur no fía". (Nada extraordinario sucede en la vida si antes no sucede en el corazón). Gracias.

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