Apenas caminamos, pero un día nos encontraremos y hablaremos de la familia, y los hijos primero. De lo que perdimos por querernos y llevarnos peor antes de conocernos mejor. Lo diario ha estar alejado de la toxicidad que nos lleva a abandonar el amor, renunciar a los sueños, cercenar las metas o rebajar el listón por la conveniencia de una minoría. Es una forma más de desnaturalizarnos y echar a morir nuestro interior más humano. Créeme, tu verdadero yo no todos lo conocen, y quienes lo conocen, no lo aceptan del todo, pero te necesitan. La demagogia y las salidas de pata de banco no resuelve el problema. Y no me explico por qué al vernos la memoria nos lleva a los peores tiempos vividos. Las cuentas no salen, o salen siempre a los mismos y no estoy en edad de moderarme. A veces el motivo de que no nos den la razón es que no la tenemos. O sí. Si crees lo que ven tus ojos nadie te conoce mejor ni te (os) quiere más que ella: tu madre. ¿A qué tanto marear la perdiz? (No te dejes embaucar por escritores que escriben lo que piensan que otras personas piensan que ellos piensan). Gracias.
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