sábado, 2 de octubre de 2021

Dadme coces y no albricias.

Y si en vez de un país de albricias lo convertimos en un país con ganas de querer... La fiebre nunca estuvo en las sábanas.

"Dadme albricias buenos señores, que ya yo no soy don Quijote de la Mancha sino Alonso Quijano, a quien mis costumbres me dieron renombre de bueno". (Miguel de Cervantes). Bueno sería Alonso Quijano, pero más lo sería si volviera a ser don Quijote de la Mancha. Alonso Quijano hay miles, don Quijote de la Mancha uno, y nunca dejará de ser el ingenioso hidalgo. 

Don Quijote de la Mancha nunca permitiría que le dieran albricias. Recibir albricias es arriesgado porque en el momento que se reciben es difícil tenerse en pie y uno será persona sin identidad ni vida propia. Y después de morir... ¿Después de morir todo irá a peor? Son tiempos que vistos de soslayo, desde Les Seniaes, pareciese que vamos camino del averno. Diría que esta vida es una provocación etílica ideada por el mal para coartar derechos humanos. Confieso que nada puedo hacer y si no me gusta el oscuro precepto que se avecina lamentaré la oportunidad perdida y me adaptaré. Pero los culpables de tanto desprecio que se vayan, pero no de rositas. (A don Quijote de la Mancha y no a Alonso Quijano le pido esperanza). Gracias.

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