Días atrás afirmé que la ley de Dios obliga al perdón. Para perdonar no hace falta ser católico, quizá con merecerlo sobra ... Y aparecen en mi cabeza preguntas absurdas ... ¿Cómo se llega a merecer el perdón? Dando sentido al sacramento de la confesión ... ¿Vale más una imagen o mil palabras? Vale más una palabra, aunque duela. ¿Tienes amigos? Los amigos son almas errantes ... ¿Es cierto que la mejor compañía para el peor momento? Esa respuesta no la sé. Ni las demás. Quien lee a Mario Benedetti no le da importancia a las respuestas. Por eso de cambiar las preguntas. Hagan memoria. La historia del humano ser no es modelo a seguir en cualquier circunstancia ... Tenemos demasiados ejemplos como para no perdonar sin tomar precauciones ... Los recuerdos son manipulados por historiadores en nombre de la libertad ... O para tutelar su propia credibilidad. El perdón solo importa si el olvido no encuentra camino y se quiere volver ... Y dar importancia al porvenir. Hay que vivir el presente sin aguardar al porvenir ... O este país falleció. (Si algo muere, algo nace. Vuelvo a mi mundo). Gracias.
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