sábado, 18 de septiembre de 2021

Se llama Ángel.

Ayer la dama del síndrome de la interacción nula me habló como se habla a personas que te encuentras y no conoces. Se dirigió a mí como si fuéramos amigos de toda la vida y no supe qué decir y evité contestarle. Esta dama accedió a la plaza de dama del síndrome de la interacción nula sin título y con enchufe, como Pablo Casado. La incapacidad de interaccionar que tenemos algunas personas no es un mal chiste y merece cuanto menos conocimiento y más de diez minutos cada seis meses. Pero qué desprecio. Joder, dona, el único desprecio merecido es un poema de amor que se explique sin preguntar. Recuerdo a Ángel González, poeta, advertirnos: "Cuando tengas dinero regálame un anillo, cuando no tengas nada dame una esquina de tu boca, cuando no sepas qué hacer vente conmigo, pero luego no digas que no sabes lo que haces. Haces haces de leña en las mañanas y se te vuelven flores en los brazos. Yo te sostengo asida por los pétalos, como te muevas te arrancaré el aroma. Ya te lo dije: cuando quieras marcharte ésta es la puerta, se llama Ángel y conduce al llanto". Gracias.

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