domingo, 26 de septiembre de 2021

Al orgullo como veneno.

"Donde hay un maestro hay una escuela". "Donde hay un libro hay una biblioteca". "Donde hay poesía hay amor". Y donde hay orgullo un político, un viejo, un sordo, un ciego o no sé. Tal vez un político y un viejo sea el mismo gilipollas partidario de la disciplina del silencio. Verdaderamente no sé. Pero recuerdo a mi güela en tiempos de clandestinidad y estraperlo, decir: "Estamos tan mal que todos los días son fin de mes". Y voy al orgullo como veneno que me obliga a escribir: Cuando llegué al pueblo de Patricia desde Asturias me había dado por sanado, apenas uno o dos meses o tres, una dama que, como la de ahora, tampoco me dejaba ir. (Aclaro que a un Quijote sin Mancha le puede creer lo que quien lo lea le parezca conveniente. O no leerle e insultarle como hago yo con Arturo Pérez-Reverte por tedioso). Son mis hechos y no mis amores. No busquen en el enunciado una moraleja que no existe, esto es un desahogo ante una provocación totalmente inadmisible. El orgullo y los excesos de amor propio que conllevan sentimientos de superioridad, si los tenía, se quedaron en el manicomio. Gracias.

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