Ayer dije que los votantes no aprenden ni sufriendo, y hoy, además digo que los políticos tampoco aprende ni sufriendo. (Uy, parece que el día de hoy va de sufrimiento). Faltaría saber, quién sufre más. Humildemente, creo que sufren más los que no llegan a fin de mes, y no son los políticos. Humildemente (digo humildemente y no me canso, recuerden, porque el orgullo y los peores sentimientos si los tuve, se quedaron en el manicomio), creo que el escenario que vivimos es perverso y podría ir para cadáver. Mi vida no fue un camino de rosas, pero el resultado del balance fue positivo, y aunque no soy político, llego a fin de mes. Y soy capaz de ir en busca del amor. Y llamar a su puerta, y presentarme en su puesto de trabajo, y asaltarlo en la calle, incluso explicarle a la negación que precede al amor con su callada presencia que las cosas no son lo que parecen. Ahora llega la pregunta que simula no tener respuesta: ¿Qué más queremos perder? (La primera opción del humano ser en la vida es no morirse, pero hay personas que disfrutan muriéndose, y para mayor disfrute, haciéndose el harakiri). Gracias.
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