Disponer de tiempo para caminar Les Seniaes y pensar en mis cosas, leer y escribir, al margen del vértigo de todos los días.
Mis días son míos y no volveré a los peores recuerdos. Necesito una rutina, la lentitud que me ayude a excluir el ritmo de la vida que me han decretado. No me interesa la cotidianidad de otros que es la peor servidumbre, esa vida no es para mí, ese ritmo de hombre único me exige más de lo que estoy dispuesto a dar. Esa inercia que devora la vida con actos prepotentes capaces de exterminar lo mejor que hay en mí. Poco futuro poseería si olvido la sabiduría de Eugenio mientras hago camino por Les Seniaes. Recuerdo a Eugenio y reconozco mi caminar zombi, sin horizonte, sin vitalismo que me ayude a averiguar hacia dónde se dirigen los míos y si quieren que les acompañe. La palabra fugaz y los silencios me devuelven a los días de personas que aún no se han ido y siguen muriendo. He perseguido el rumor de esa voz que nunca salió del corazón sino de la mente. (¿Quién manda a quién? Se ha convencido: no descarto nada, me dijo. (Vuelvo a ser dueño de mis días). Gracias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario