"Si amas al dinero a lo sumo llegarás a un banco, pero si amas a la vida, seguramente llegarás a Dios". (Facundo Cabral).
Como los políticos que viven sometidos a su dueño, a sus fans, a las apariencias y a sus negocios. Y dale con los políticos. Recuerdo aquellos encendidos mítines apelando a la vecindad, la trasparencia y al buen gobierno. Recuerdo, pues, aquello que nunca tuvimos y echo la mirada con tristeza a lo que tenemos: irresponsables, festeros y malos burócratas que ejercen conscientes de trasmisores de los peores comportamientos, quizá nunca vistos, o solo recordados por los vivos más viejos.
Reconozco que la covid-19 que llegó sin avisar me está haciendo realmente daño. Cuando desfallezco en mí con el día que escribo acabo recordando que me salva el amor y la santa poesía. O una amiga ida. Hoy me salva una vida por vivir entre la salud y la enfermedad. (Cierra la puerta al coronavirus que me llevas la vida... Olvida rencores y ya los retomarás cuando la vacuna gane la guerra. Tú, hazme caso, pero no esperes que tu cuerpo deje de temblar mientras tu alma sangre). Gracias.
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