lunes, 4 de enero de 2021

Celebrando la muerte.

Celebramos que Dios tuvo un hijo y obligamos al Viejito Pascuero a visitar a los enfermos en los hospitales. Como siempre. Pero siempre no es ahora. La vida de ahora es otra. La vida de ahora está por descubrir. Y no tenemos nada para celebrar y sí mucho para lamentar. Vendrá la muerte y estaremos allí y nos mirará a los ojos. Un hijo llorando a un padre, llorando, sea hijo, hija, madre o etcétera. No tenemos nada para celebrar. Acompañémosles en su dolor desde casa y en silencio. A veces pienso y llego a la conclusión de que nos tenemos que morir y no resucitar jamás. Volvamos al amor de los nuestros. Somos culpables de lo malo y cómplices de lo peor. A mí me salva tu risa que sigue siendo mi alegría. ¿Y a ti? Te dejas acompañar de la muerte y no haces nada para evitarlo. No hay risas ni alegrías en tu vida. Eres como la covid-19 y la vacuna. Lo malo y lo bueno. (Y lo peor que está por llegar). ¿Por qué le rezas a tu Dios? "Nadie puede hacer que algo suceda a menos que el Señor así lo ordene". (Lamentaciones 3:37). Celebrar la vida y no la muerte depende de nosotros. (Y algunos de ti). Gracias.

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