En estos tiempos de adversidades que vivimos, y cuando mi vida ha dejado de ser lo que era -y María, la Magdalena, sabe que ningún tiempo pasado fue mejor que el día que escribo-, mis pasos han tomado un camino equivocado y me sorprendo. Yo que tanto sé, estupefaciente, compruebo que ni sé, ni supe, ni sabré lo suficiente para vivir esta enmarañada realidad. Ni llegaré a conocer por dentro a personas que inevitablemente conozco por fuera... A pesar de tener casi trascrito el mandato de "caminante, son tus huellas el camino y nada más; caminante, no hay camino, se hace camino al andar", que me enseñó el poeta don Antonio Machado. Indiscernible mi estado de ánimo. Así este miércoles, así el mes de abril que no se explica. Así la máxima de Montesquieu: "No hablar de las cosas hasta después de que estén hechas". (De tu triste mirada y tu rostro fatigado y tu... toda tú, nace este miércoles que más parece un sábado de fieles difuntos). Me apeo, mañana sigo. Gracias.
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