Un domingo de ir a misa y cantar la verdad se me amontonan las malas noticias. Sí, aún quedan dos semanas de campaña electoral y, para mayor afrenta, Semana Santa. De lo nuestro ni hablo. Si mi pensión fuera el salario social de un político me iría de vacaciones y quien quiera hacerme daño que no venga. Tanto dar el mitin, tanta corneta y tanto tambor. Tanto ruido.
A los espíritus malignos que inventaron el ruido consecuencia de mi dolor de cabeza continuado les echaría a los leopardos y me olvidaría del olvido y la memoria. De mí me olvidaría. Pero no, y lo dice mi esposa: "El raro eres tú". Raro, raro, y cada día que veo amanecer más raro, raro. Lo del ruido y lo raro viene de lejos. Aunque de viejo aún me reconozco sin espejo y con pensión del Estado. Algo que mis hijas no pueden decir... No dijo llegar a viejo o reconocerse sin espejo, digo tener una pensión del Estado. Uy, ¿qué les dije de los domingos y cantar la verdad? La verdad hoy en día es una desgracia tras otra. A Dios gracias yo me consuelo en la desgracia. Pero el ruido, ruido, y tanto ruido. Somos un país politizado sin colindancias donde todos tienen amigas confidentes y yo tengo mucho que cantar ¿? Hoy en misa rogaré a Dios por una amiga del alma. Pero no crean que estoy tan necesitado, así que seré exigente y analizaré el currículum vitae de las candidatas por estricto orden cronológico. Y su evolución psiquiátrica. Y su mirada. No más decepciones. A Dios le pido, como la canción. Gracias.
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