William Shakespeare dijo: "Es el destino quien baraja las cartas pero nosotros somos los que jugamos". Y va a ser verdad.
Destino, sueños, fuerza desconocida... ¿Y qué importa? Una señora enjoyada de ir a misa los domingos y el rosario de las cinco y hágase tu voluntad y amén, me preguntó: "¿Y tú qué? En misa todos somos de mucho preguntar y nadie contestar. Pero yo fui a la escuela pública y soy muy educado: "Pues yo no sé, señora". Ando con lo mío de aquella manera que no me atrevo a votar ni el mal menor. Digo yo que una señora enjoyada de ir a misa los domingos y etcétera cuando me preguntó: ¿Y tú qué? Quería saber a quién iba a votar... ¿Por qué tanto interés de unos y otras en saber a quién vamos a votar si a fin de cuentas, las cuentas no nos saldrán y no llegaremos igualmente a fin de mes? Y sí, el carrefur no fía. Y lo peor, si es que existe algo peor que no llegar a fin de mes y morir de hambre y enfermedad (disculpen la redundancia), tener la baraja y no saber jugar a cartas. Y ahora llega la pregunta inoportuna: ¿Y qué destino nos espera si no sabemos jugar a cartas pero sabemos que además de barajadas están marcadas? Uno tiene don de acierto sin pensar. (Yo también te quiero). Gracias.
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