sábado, 23 de abril de 2016

Vuelvo a la Ley de Memoria Histórica.

En las grandes ciudades todo pasa muy rápido... Soy de pueblo, o mejor dicho de aldea que es menos. Recuerdo una anécdota graciosa (pobre mujer) que le hacíamos a la abuela de Víctor con una linterna: los guajes le tirábamos piedras a su ventana diciendo que bajaba la luna haciendo movimientos con la luz de la linterna... ¡auuuuuu, bajó la luna!. La buena mujer aterrada no sabía dónde meterse.

Antes teniamos tiempo para jugar. Ahora los asuntos inaplazables alcanzan el primer año de vida. Veo a Patricia explicarle cosas a Ian y asusta. Le enseña conductas y parece que no tiene en cuenta su año de vida. Una madre se ofrece auténtica a educar a su hijo. No sé si tirarle piedras de guaje a la ventana de una vecina es mejor o peor que enseñarle ciencias aplicadas a Ian. Quizá deba hablar con Patricia acerca de la educación de Ian sin quitarle el chupo. Primero ser niño, ya habrá tiempo para ser adulto.

Sea como fuere los tiempos cambian y me dispongo a conocerlos a la vez que Ian. En la travesía de la vida encontramos leyendas, historias, comportamientos que fueron y nunca volverán. No es malo que los tiempos cambien, al contrario, siempre y cuando cambien a mejor. Y si por pedir que el cambio sea tranquilo y humano para que los viejos podamos ir con ellos... Ojo, de ninguna manera pretendo volver al tango tristón de ayer. Simplemente quiero dejar claro los diferentes modales, los presentes, y los de siempre. Sí, creo que he vuelto a la única verdad: la mía. Aún sabiendo como sé, que no puedo cambiar la realidad de las cosas... Ni abrir un corazón cerrado a cal y canto. No imagino cómo será un corazón cerrado a cal y canto. Quizás un republicano enterrado en una cuneta... Mi abuelo, por decir. Me enteré con fechas de retraso de El Día del Beso y también del Día de la República. Si me vuelvo a ir dejaré una mirada de soslayo que al regresar me recuerde, no quiero perder las cosas que me importan. Amar es sinónimo de construir y mirar hacia delante sin bordear heridas. Hoy, sábado de los fieles difuntos, me aferro a una esperanza: que se cumpla la Ley de Memoria Histórica, pero no como concepto ideológico sino humano.

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