lunes, 13 de enero de 2025

Día Mundial de Lucha contra la Depresión.

La sala está iluminada, el hablar quedo de la gente. Y de pronto se apagan las luces, los pasillos, las butacas, todo queda sumido en la más profunda oscuridad. Una pantalla se ilumina y se viste con la esencia de la ficción y contagia mi realidad de lo más parecido al placer que recuerdo. Ya en silencio, sentado en la butaca, nada me impide participar de otra realidad. Durante casi dos horas la película que se proyecta me convierte en una persona distinta, capaz de ilusionarme, y me siento satisfecho. De vuelta a casa, en mi habitación, apago la luz, cierro los ojos e intento dormir. Quiero soñar contento, hoy será posible. Pero no soy protagonista de ninguna película y no puedo interpretar una existencia que no me pertenece. La ficción ha desaparecido y mi empecinada realidad se apodera de mí. La realidad de todos mis días. Efectivamente, todo era ficción, mi vida es la que es, sea lo que sea. Y estoy afligido como siempre, y no sé qué hacer como siempre. Y vuelta a empezar, a adentrarme en la tristeza cercana al abismo que condiciona mi voluntad. Este sinvivir me exaspera. ¿Por qué se apodera de mí este padecimiento? Si estaba feliz. ¿De qué va mi incapacidad? ¿De dónde salió este tremendo dolor? ¿Qué me ocurre? No tengo ningún motivo. Después de contagiarme con la película sentí placer y ahora me encuentro sumido en la depresión más profunda. Y regresa el desánimo y el abandono. Viendo la película llegué a creer que sería otra persona y de nuevo me toca repetir. Nunca dejaré de ser el de todos los días con todas sus noches. El de ayer, el de hoy, o el de mañana, tal vez.

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