Hoy, porque todo pasa, hablaré de la dana, aunque no haya pasado. Mi niña... ni niña... Lo sabe mi niña que no le cogen el teléfono para informarse de lo suyo: ¡Qué hay de lo mío!. No digo asesinos, eso ya lo dicen otras, digo canallas. Un estudio del suelo realizado por monseñores de la Comunitat Valenciana y presentado por el vicepresidente de la Generalitat, un tal teniente general en la reserva, desveló que edificios, casas y naves industriales siguen hundidas entre la miseria y el lodo a mil de metros. Y el asunto va para inmortalizarse. Mi niña... mi niña... Pensé en otros edificios levantados sobre estructuras aparentemente sólidas. Volverá a llover sobre mojado si vuelven a construir en ramblas y barrancos. Volverán a construir en ramblas y barrancos, denle tiempo a Carlos Mazón. Se anegan las casas y con ellas las familias silenciosa y lentamente. Y los damnificados reclaman a grito herido lo suyo antes de pedir el ingreso en un centro de Salud Mental. Mi niña... mi niña... Si Jesús el Cristo riostrara con zunchos perimetrales de acero corrugado y hormigón podrían construirse viviendas seguras, incluso aclarar el misterio de la Santísima Trinidad o el menú del Ventorro el día "D". Entonces pasa por la fe, también por querer: voluntad política. (Por cierto, qué no sabrá de voluntad política el alcalde del Pueblo de Patricia, ya te digo). Gracias.
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