martes, 28 de enero de 2025

¡Qué hay de lo mío!.

Hoy, porque todo pasa, hablaré de la dana, aunque no haya pasado. Mi niña... ni niña... Lo sabe mi niña que no le cogen el teléfono para informarse de lo suyo: ¡Qué hay de lo mío!. No digo asesinos, eso ya lo dicen otras, digo canallas. Un estudio del suelo realizado por monseñores de la Comunitat Valenciana y presentado por el vicepresidente de la Generalitat, un tal teniente general en la reserva, desveló que edificios, casas y naves industriales siguen hundidas entre la miseria y el lodo a mil de metros. Y el asunto va para inmortalizarse. Mi niña... mi niña... Pensé en otros edificios levantados sobre estructuras aparentemente sólidas. Volverá a llover sobre mojado si vuelven a construir en ramblas y barrancos. Volverán a construir en ramblas y barrancos, denle tiempo a Carlos Mazón. Se anegan las casas y con ellas las familias silenciosa y lentamente. Y los damnificados reclaman a grito herido lo suyo antes de pedir el ingreso en un centro de Salud Mental. Mi niña... mi niña... Si Jesús el Cristo riostrara con zunchos perimetrales de acero corrugado y hormigón podrían construirse viviendas seguras, incluso aclarar el misterio de la Santísima Trinidad o el menú del Ventorro el día "D". Entonces pasa por la fe, también por querer: voluntad política. (Por cierto, qué no sabrá de voluntad política el alcalde del Pueblo de Patricia, ya te digo). Gracias.

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