Es completamente cierto, porque además, está contrastado por los sabios del lugar: Ni ser valiente debería salir tan caro, ni debería un demócrata pagar tan alto precio por tener un corazón digno de ejercer la democracia, que es justo lo que ocurre en el Pueblo de Patricia. Hablo de la biblioteca municipal. Y dale y dale. Quisiera no volver al camino tan traído de la cultura, pero ocurre que todo pasa, y debe pasar, por la cultura. La vecindad estupefacta no deja de preguntarse: ¿Para qué existe, si existe, porque nadie lo conoce ni ha oído hablar de él, un responsable dizque de Cultura? El caso es que no se programa un festival de teatro, un concurso literario, una bienal de artes plásticas, una conferencia magistral de nadie, un certamen de artesanía, un evento comarcal, una publicación de arte popular, ni, en fin, nada parecido a lo que debe incitar y atestiguar la cultura del pueblo. (Llevamos tantos años haciendo tan larga pregunta sin obtener aunque sea una breve respuesta que por eso a nadie le importa si es Antonio, o María de los Antojos que ha regresado para redimir los pecados del mundo, además de dirigir esa cosa tal útil, el modo concreto y peculiar en que una sociedad se relaciona con su pasado: la cultura). Gracias.
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