Mi vida se complica. En la cabeza tengo un ruido de siempre desconocido, pero ahora, además, tengo otro de tambores. El de siempre lleva lo diario (unos gastos del dentista con los que no contaba) y el de tambores anuncia las fiestas del Pueblo de Patricia (que no me sirve tan siquiera para cubrir gastos). Y para mayor desbaratamiento, la dama que no me deja ir me adelantó por su cuenta y riesgo la cita y desconozco el porqué. Quizá quiera hacer frente a los gastos del dentista. (Y ojalá).
Esta mañana, paseando Les Seniaes por el atajo de Flor de María... Joder, dona, el tiempo no se detiene, hace tiempo que no paseo con Ian Les Seniaes. Disculpen la nostalgia. Paseando, digo, me adelantó el diario vivir con datos que no me eran desconocidos e identificaban a quienes caminaron a mi lado cerca de las encrucijadas de otro tiempo (y dale con el tiempo) que provocaron en mí desacuerdos de futuro. La vida no es fácil para nadie, para mí tampoco, pero simplemente porque es la vida que comparto, no la que vivo. Ahora podría cantar un tango de Carlos Gardel, un triste tango que tuviera que ver con la realidad que no me es ajena y ser uno más con el desaliento que provoca cerrar etapas, condenar miradas superando los horrores del pasado y también, y sobre todo, concebir vínculos fraternales capaces de comprometerse con algo bueno para todos, además de sembrar esperanzas y desearnos una vida más grata. (Y fin a otro sábado de fieles los difuntos). Gracias.
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