De viejo (si no vuelvo a ser güelu), entre el orden y el desorden, elijo el orden del desorden: la imaginación. Para escribir el día que me gusta vivir. El orden para dormir y visitar al médico, y el desorden para todo lo demás. Mi corazón siente abierto por amor a cualquiera, sin condiciones donde su latir lo lleve. Pero mi cotidianidad es un laberinto que le resulta complicado mantenerse a flote en un mar intranquilo que rompe las olas alejadas de la costa, en el horizonte, ataviándolo con su blanca espuma. En mi vida no existen fronteras, pero si existen en otras vidas y tienen que ver conmigo, avante, ancha es Castilla sin Mancha, no hay debate ni disculpas. Ni besos. Si algo puede pasar y es malo, pasará sin avisar, y no de largo: como un amigo gorrón, entrará en casa sin llamar, abrirá la nevera, se sentará en el sofá, pondrá las patas de atrás sobre la mesa... ¿Comprenden? (Merecerá la pena llevar dudas al futuro). Me equivoqué, la culpa fue mía, tenía que haber hecho las cosas mejor, pero no las hice, y no fue malintencionado. (¡Dignidad y respeto!. Asumiré mi condena: Ser viejo y no güelu). Gracias.
No te culpes eres abuelo, reaccionaste como abuelo. Opino sin saber. Los abuelos no se equivocan. Si de algo sirve, te quiero.
ResponderEliminarLos abuelos tal vez, pero yo soy güelu, recuerda. Yo también te quiero. Gracias.
ResponderEliminarSalud.