Alguien dijo que el orgullo nace de la incapacidad de aceptar la propia debilidad. Hay gente que no se para a pensar lo que dice. Alguien dijo la verdad. O pienso igual. Somos débiles y no lo admitimos y nace el orgullo y llevamos al tinte el traje de fallera. No aprendemos de nuestros horrores, ni mantenemos un auto diálogo. Vamos de cabeza a un abismo dentro de otro abismo que no satisface al obstinado estrés. Y aparece la depresión y los ataques de pánico. Vamos en busca del aplauso y nos hace más pequeños. En realidad, y en plan sociópata bien integrado, es un sentido claro de inferioridad. Pues aclarado el entuerto, firme usted la papeleta y vaya al ayuntamiento y reserve un nicho del cementerio, este verano, debido a las olas de calor y que los peores empresarios amiguitos de Rajoy obligan a sus empleados a trabajar a las horas que se mastica el calor, escasean. Un abismo dentro de otro abismo que gusta de la salud mental. (En fin, como creyente, Dios es tu amparo, tu pronto auxilio en el padecimiento, por tanto, no temas si el enemigo te ha señalado, haz de Dios tu mejor amigo). Gracias.
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