La palabra no es lo que parece, no limita su alcance al campo lingüístico. Ni siquiera es lo que dice ser. Miente. En su origen etimológico -el latín parábola- existe la indicación de contenido amplio, de acaparadora perspectiva: una función participativa en el fenómeno humano de contacto entre parlantes por medio de vocablos audibles o escritos. Acerca de la palabra la RAE dice -entre otras acepciones-, que es promesa y oferta. La palabra tiene su fondo científico en las ideas de la naturaleza del lenguaje más allá de los puros sonidos y grafías. Ahí radica su importancia, su utilidad, su sentido, también su gravedad. La palabra es mal veneno. Depende del cuidado que cada cual quiera darle al relacionarla con el pensamiento y un sentido. El lenguaje lo invade y domina lo psicológico, lo sociológico: la palabra es cultura y no se conforma con ser algo más o menos ejemplar: la palabra es fundamental. Quiero decir que lo que ocurre con el lenguaje repercute en la sociedad de una u otra forma. En fin, mañana vuelvo con el caso. El caso es que llevo aquí dos días y los mosquitos ya me han acribillado. Gracias.
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