Fui para más días, pero regresé antes. Esta semana escasa que fui de vacaciones pensé y llegué a la conclusión que en la vida para estar mejor no hay que ir de vacaciones: si vas peor no vendrás mejor, para venir mejor hay que ir mejor. Sí, todo es mejorable. Y saben qué, perdón, es un parecer mío: creo que estos días en el monasterio, ah, ya, no les dije que estuve en un monasterio religioso con voto de silencio y duelo diario. No pretendía conocer a Dios, eso faltaría, no conozco al cura del pueblo de Patricia, como para conocer a Dios. Vaya, me estoy yendo. Estaré mejor si consigo ser yo mismo. Lo pienso y lo digo, y, cómo duele pensar y acertar. Como siempre, desde que nació, me salva Ian. Aparte los políticos que dan abrazos, no aplican políticas, lo más absurdo que se puede hacer para estar mejor es ir de vacaciones. Con la ayuda de Ian, siempre Ian, seré mejor. Algo curioso acerca de ser mejor: la verdad, cuando se sabe, lo cambia todo. En fin, si algo tenía que ocurrir ocurrió y volví enajenado. Falta saber si cuando sea yo mismo, saldré del pozo de mierda en el que estoy metido. Gracias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario