Ayer estuve cruel y lo siento. Me disculparé regalándote una flor de azahar. Apenas te veo, en realidad no te veo, pero la flor de azahar ya engalana Les Seniaes. No temo a un día viernes y trece, simplemente no quiero perderte. Si no te escribo me come la ansiedad. Si fuera creyente me comería el remordimiento. Y si fuera poeta el hecho de estar sin ti. Sin ti ya lo estoy, pero de cuando en vez cierro los ojos a lo diario y tomamos café y hablamos de nuestras cosas, de la familia y los hijos. Y lo que vaya saliendo... Hoy no ocuparé mis horas con paranoias que me impidan ver más allá de hoy. Más allá de hoy no es el futuro: El futuro fue ayer. Mi vida es una anécdota en la que hago hueco a mis locuras y las convierto en mis días. Acepta la flor de azahar y recuerda que puedes contar conmigo (aún no has demostrado nada). Allí donde la arrogancia y el ombligo se juntan y la gente nace y muere, estás tú. Tú estás más allá de lo frecuente, donde el tiempo se mide con suspiros, donde la flor de azahar nace excepcional y deja caer insinuante entre sus pétalos gotas de rocío al alba para ahogar de pasión los corazones enamorados. (Déjalo o no, decide tú, pero no me olvides ni llores mi pérdida. Te quiero. Besos en casa). Gracias.
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