Como el chiste sin palabras, sin comentarios. Como la lucha diaria, sin comentarios. Como el primer amor, sin comentarios. Como la sonrisa alegre del bebé, sin comentarios. Que nadie permita que compren su voluntad. Que nadie venda por nada lo que tiene. Sin comentarios es nada y es nadie. Es nada y es nadie porque jamás creyó en sí mismo. Lástima esa manera tan nuestra de ser y echarse a morir en nuestros adentros. Nadie conocerá nuestro verdadero ser, el que a alguien interesa o no, pero lo aceptaría con agrado. No se trata de gustar a todo el mundo, se trata de ser nosotros mismos aunque algunos renieguen, aunque otros nos abandonen, aunque nos quedemos solos. Seamos nosotros mismos aunque no nos entiendan. Y, sobre todo, seamos creativos, no un "copia y pega" de la vida de otro más triste que un tango de Gardel. Con la nostalgia en la mochila, con todas las consecuencias porque la vida sigue y merece la pena vivirla, seamos nosotros mismos, aunque eso no basta: Saquemos del armario la cara de los bautizos y cambiemos el silencio por la risa y la palabra franca. Gracias.
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