Ayer, de caminata con mi esposa por la carretera que bordea el río, mira qué aseado, ya podemos caminar a la vera del río hasta el próximo pueblo. A mi esposa y a mí nos encanta ir de buena mañana a caminar, pero solo hasta el cementerio, qué quieren que les diga, por la carretera más allá no se puede andar: la maleza y los cañaverales y el miedo a los cocodrilos. A mí me da repelús el cementerio y si supiera quién hizo la ímproba labor de asear la vera del río de latas de latería y botellas de botellón le daría las gracias. Caminar hasta el cementerio es ir hacia la muerte. Uno se acostumbra a todo. La muerte no es la excepción. Puedo renacer y renaceré. Claro. Tanto cementerio un día, y ojalá tenga razón mi esposa conque fue una de mis paranoias, vi a una vecina muerta paseando por el cementerio. Y no volví. Hasta que mi esposa me lo explicó como lo haría un poeta y volví. Una paranoia o la remató el enterrador por saltarse el confinamiento. Hablando de confinamiento, ¿ustedes saben si confinarán Madrid o solo confinarán España? (No quiero quedarme sin papel higiénico ni turrón). Gracias.
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