Alguien pudiera pensar que entre mis preocupaciones está VOX, y no. VOX es un problema del PP que solucionará cuando engulla a Ciudadanos. O sí, pero poco. Viene de ayer la tontería porque una amiga pone en entredicho mi imparcialidad a la hora de valorar el cómo y el por qué de los 52 escaños de VOX. Y me gustaría explicarme pero no sé, y entonces, porque la duda ofende, recurro a analistas de confianza en diferentes diarios. Y según se explican, las preocupaciones que auparon a VOX a los altares fueron tres: los políticos, Cataluña y la inmigración. Ni empleo, economía, educación, sanidad, ni llegar a fin de mes los que siempre pierden. Pero eso sí, en los parlamentos dale conque la violencia es violencia, a pesar de que la violencia de género en lo que va de año ha llevado a 54 Mujeres Eternas al cementerio. La violencia es violencia, claro. Por decir: una mirada de soslayo es violencia si te lleva camino del manicomio (y tengo pruebas). Violencia es la palabra escrita con doble intención (y también tengo pruebas). Violencia es, y vaya si lo es, que al doblar la esquina te topes con una farola y te suelte un golpe en la cabeza y te deje sordo y simple. Violencia es la enfermera de ayer hablando con su novio mientras me extraía sangre para una analítica, ay. Violencia es el beso de la mafia, pero no el beso de tu amigo republicano. Gracias.
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